29/6/15

Recuerdo cuando Anagrama publicaba buenos libros. Veías la portada gris o la amarilla y sabias que no ibas a tirar el dinero. En mi caso crecí leyendo muchas de sus novelas y descubrí escritores que me llevaron a otros que compartían espacio en la editorial. Pero desde hace unos años, no sé, algo ha cambiado. Las portadas siguen siendo grises y amarillas, según la nacionalidad del autor, pero por dentro creo que han perdido literatura. Llevo tres novelas suyas que no he podido acabar. Una de un argentino que parecía un monólogo del club de la comedia muy largo. Imagino que serán productos de moda. Textos frescos y ligeros para no pensar mucho. Otra de una española que también alternaba el humor de taburete con un sentimentalismo algo empalagoso. De la otra ni me acuerdo. A lo mejor soy yo, puede ser. O a lo mejor es que el comercio manda y desconozco sus leyes más elementales. Me pone triste que Anagrama haya pegado ese bajón. Es como si los libros suyos que tengo en mi biblioteca hubiesen venido de otro mundo, y yo con ellos.

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