23/10/15
Mireia estaba acabando los deberes vestida de ballet. La luz de la mesa la envolvía en un triángulo difuso, como en un cuadro, mientras yo avanzaba por el pasillo para darle un beso. Tenía el pelo recogido. Brillaba. Sé que lo pasa bien en esa clase. La profesora viene a una sala de la urbanización. Dicen que es buena. Se sabe el nombre de todas las niñas. Las mira a los ojos y las sonríe. También dicen que antes daba clases en otro sitio, pero la echaron. Algunas niñas se quejaron de que se teñía el pelo de rojo. Las madres dicen que no, que fue porque había pocas alumnas. Ahora está empezando de nuevo. La vida tiene forma de laberinto.
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