5/6/15

(Reseña de Los días del mundo a cargo del poeta Jesús Montiel. Agradecido quedo.)


LOS DÍAS DEL MUNDO
Luis Acebes

Luis Acebes (Madrid, 1966) acaba de publicar Los días del mundo en Karima Editora, proyecto liderado por la poeta granadina Sara Castelar, (los hay —en este caso «las» hay— que todavía se atreven con aventuras quijotescas, bravo).
En esta obra —a caballo entre el diario y el libro de relatos—, el autor manifiesta una y otra vez su falta de respuestas: «La vida es un bloque de algo que desconocemos». Sobre todo, a partir de la convivencia con sus seres queridos, medita sobre la celeridad del tiempo, y hasta llega a afirmar que la vida, por lo que tiene de resbaladiza, «se llama jabón». Símbolo del paso del tiempo es el tren, elemento que se repite a lo largo del libro. Aparece, entre otros, en los relatos La gestión del tren, El almohadón dorado, o también en Un aro que nunca debería tocar el suelo. Esta constatación —la del paso del tiempo— conduce a otro pensamiento universal: el de la muerte. Porque, como bien aventura Acebes en uno de los poemas que intercala con los relatos, «Un día saldremos de aquí/ y la vida se quedará/ como una oficina/ a las ocho menos cinco».
Acebes habla mucho de la familia, y quizá se encuentren aquí las mejores páginas, y las más emocionantes. Me han gustado especialmente los fragmentos que nacen del afecto hacia sus hijas (Tartas de diez pisos, Los ruidos que hace Mireina con la boca, Baliar con mis hijas) y otros en los que el autor relata, superando el pasteleo cursi de los recién enamorados, los sentimientos más profundos que nacen cuando dos vidas deciden juntarse. En Quince años contigo, uno especialmente emotivo, Acebes aprovecha la fecha del aniversario para expresar el amor que siente hacia su mujer y dice del adverbio siempre: «Tiene mucho que ver con lo que me atraviesa cuando pienso en ti». También me ha gustado el titulado Escribo cosas muy raras, donde ironiza sobre el hecho de que Nuria, su mujer, no comprenda las cosas que él escribe.
Por último, no se me olvida Comienzos góticos, donde Acebes sintetiza los presupuestos desde los que concebe la escritura:
Al principio piensas que escribir es subirse a algo, entrar en una catedral gótica y buscar el púlpito más alto (…) Cuando pasa el tiempo —millones de caracteres más allá— algo te dice que te equivocaste, que el camino debía apuntar hacia abajo y hacia adentro (…) Escarbas. La misión es el túnel. Un pozo.
La literatura de Luis Acebes, en definitiva, describe el movimiento más acertado: agacha la mirada hacia el hombre y lo terrestre; y desde abajo, embarrada de lo cotidiano, comprende que las cosas nunca son lo que parecen; o bien, como dice Bobin: «Las cosas son siempre más que cosas». Una literatura en la que «La realidad manda» y donde el lector, además de disfrutar de una escritura curtida, saldrá más reflexivo.

Jesús Montiel

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