6/3/15

Teresa de Jesús decía que la vida es una mala noche en una mala posada. Mis respetos a la carmelita que se pasó la vida con un pie en el estribo. Mi admiración por la mujer cuya poesía siempre me ha gustado, mucho más allá de la etiqueta de gran mística española, denominación que suena a aceite de oliva virgen o vino de la Ribera del Duero para turistas. Este año se celebra el quinto centenario de su nacimiento. Me pregunto qué pensaría de todo eso si levantase la cabeza. Siempre me he sentido hechizado por esta expresión que en cuatro palabras condensa amenaza, ternura, nostalgia y ciencia ficción. Para decirla hondamente hay que ser mujer, tener más de setenta años y estar sentada a una mesa camilla. La mano derecha ha de realizar un floreo en el aire mientras se pronuncia. Pero no conocemos a nadie que la haya levantado. Tú tampoco, Teresa. Seguro que te hubieses negado porque es una horterada eso de volver al mundo después de muerto. En tu caso seguro que estarás más feliz viviendo eternamente junto a tu poética idea de Dios. Los demás, de momento, seguimos en esta mala posada.

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