24/2/15

Estamos tan acostumbrados a ser cuatro que cuando falta uno no sabemos qué hacer con ese hueco que se forma en la casa, un engrudo transparente y molesto que más que disimular una ausencia la subraya allí donde se posa. Alba se fue el lunes a Córdoba con el colegio. Tres días en un albergue. Un montón de adolescentes conteniendo la risa en la Mezquita bajo arcos antiguos, haciendo fotos previsibles, movidas, mal encuadradas, innecesarias como casi todas las que hacemos. Los primeros viajes y esa alegría de destrozar la normalidad y dormir en otra cama, con otros ruidos, otros olores, otra luz tan distinta a la de siempre que de tan familiar se borra y no dice nada. Anoche veíamos la tele en silencio. Esperábamos inconscientemente que algún actor nos hablara de tu ausencia en medio de un anuncio de seguros. La realidad debería transigir un poco con nuestros casos. Debería pararse un rato a escucharnos, en vez de avanzar con lo suyo como una locomotora idiota que sólo sabe echar humo. Pero nadie dijo nada. Después nos entró sueño antes de tiempo. Quizá queríamos que se acabase el día para que llegase el siguiente y pudiese ser restado. Sólo faltan dos para que vuelvas. Haz fotos, Alba, aunque no sirvan para nada. Y ríete mucho: no hay que tenerle respeto a ninguna piedra por muchos siglos que tenga.

No hay comentarios :