7/1/15

El frío no enseña nada. En todo caso actúa
como las sirenas de la policía: una señal,
algo tal vez para volver la cabeza y recordar
que estás en un mundo raro. Las manos duelen.
Parece que la cazadora de pelos que te regalaron
cumple su función al subir la capucha.
La calle se convierte en un círculo.
Puedes escuchar tu respiración ahí dentro.
Existes en el frío aunque no te enseñe nada.
Cuántas aulas vacías forman la vida, inútiles,
habitadas por profesores desquiciados.
Caminas por una calle. Vas a algún sitio.
El coche de policía de tu vida circula a tu paso,
en paralelo. Que te guste o no es secundario.

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