29/12/14

Si viviera aquí escribiría algo sobre estas calles. Intentaría salir dentro de las palabras como Velázquez en sus Meninas. Escritor con pincel en la mano mirándose a sí mismo y probando que la ambición artística (por definir ese ansia de algún modo) actúa de espejo para indagarse. Si viviera aquí lo suficiente apostaría por el hiperrealismo de Antonio López y escribiría algo durante veinte años: cada mañana un trozo, un movimiento de pincel, un pensamiento basado en la luz de ese día, un paso dado en una acera apartada que sirviera para acercarme al que aparece en el espejo. ¿Y dices que ese soy yo? ¿Me parezco al que posa mientras es descrito, o sólo es un fantasma creado por la urgencia de la imaginación? La vida funciona como un contador de gas. Los dígitos circulares van rotando. Las decenas se encadenan con las centenas que a su vez giran en busca de cifras mayores. Nunca se para. La prueba de que estamos aquí es mirar esos números cada mañana y después salir al tablero que forman las calles de cada uno y buscarse. Las mías podrían ser estas. No se eligen por un valor estético. Sólo es un ejercicio de la casualidad, y hay que aceptarlo. Cuanto más fortuito es el encuentro más posibilidades hay de sacar algo en claro. Hoy estoy aquí. Estas son mis Meninas caprichosas esperando un cuerpo y una mirada. Mañana nadie sabe.

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