18/9/14

“Esa mañana nos levantamos temprano. El bosque estaba callado, extrañamente quieto. Una niebla matinal se alzó de los pantanos, ésos que están colina abajo. Entramos al bosque, los leñadores repartidos. La niebla no me permitía ver a los otros, pero escuchaba sus pisadas, a veces captaba una silueta lejana. Íbamos más lejos esta vez, en busca de pinos antiguos, de corteza negra, más altos, más amplios. Avanzaba atento, temía perderme, aquellas pisadas eran lo único que me indicaba el camino. En el bosque, en la niebla, en la desolación pálida me sentí solo, estaba solo, verdaderamente solo. Era lo que buscaba, un vacío terrible y precioso, una vacuidad que me vaciara a mí también. Me sentí bien sereno, duró un instante, menos de un instante, pero lo sentí en el bosque, lo sentí en la niebla.”

Leñador, de Mike Wilson.

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