18/9/14

Anoche leía los versos que me mandó un amigo al que no conozco, y lo digo por esa amistad que a veces surge de las palabras y no del contacto físico que da el tiempo. Leía mientras mis hijas me decían buenas noches. Leía mientras todo se iba calmando. Leía pensando que los días son bares que se van vaciando hasta que de pronto te das cuenta que estás solo. Me gustó la cita de Virgilio: ”Erraban oscuros en la solitaria noche.” Nada ha cambiado desde la Eneida. Los besos de Alba, los de Mireia, sus labios cerrando el día mientras las palabras iban pasando adentro. Me moriré sin saber qué es la poesía ni para qué sirve. Pero me moriré echando de menos que se acabe. Mis últimas palabras serán: qué putada. Y no con rabia, lo diré para mí, en voz baja, como el que descorre una cortina y ve que llueve.

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