25/8/14

Me gustaría vivir tres veces. Una muy lánguida y ñoña para quejarme constantemente del final de las cosas: el verano, el amor, flores que se secan, ojos que se secan. Otra, para lavar platos en un restaurante de carretera del Medio Oeste (Illinois, Indiana, Iowa, Michigan, Minnesota, Ohio, etc.) y poder estar lejos y solo sin necesidad de pensar en las cosas que se acaban, con tiempo suficiente para salir a fumar a la parte de atrás y ver el horizonte y decir para mí mismo: ¡América!, o lo que quisiese decirme en ese momento. Luego entraría y abriría otra vez el grifo. En mi última vida, el objetivo sería que no pasase nada. No sabría hablar del escenario donde se sucede ni cuál sería mi actitud ante ese vacío. Lo veo como una especie de simulacro de lo que hay tras la muerte, algo así, un entrenamiento voluptuoso para cuando ya no haya que echar de menos nada.

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