6/8/14

La necesidad de ingerir al ser amado dista mucho del canibalismo o de cualquier otra perversión basada en el sentimiento de inferioridad que produce en ciertas personas la contemplación de la belleza. Durante el acto sexual son frecuentes los intentos que tienden a satisfacer el paladar. Sólo la fantasía del orgasmo como culminación consigue que abandonemos esa idea, una oralidad violenta que busca la deglución del otro cuerpo como muestra total de amor o como última estación en la que esperamos se resuelva mágicamente el misterio: eras esto, esta es tu materia y sabes así, por eso te buscaba, de ahí el nerviosismo ante tu presencia y ante tu ausencia, a partes iguales y siempre sin medida. Este deseo nunca viene acompañado de imágenes fisiológicas realistas ni entendemos que ese cuerpo presente órganos internos, vísceras o elementos cartilaginosos a evitar. Tampoco asumimos asuntos como el riego sanguíneo o las complicaciones derivadas del sistema óseo. Cuando se busca la ingestión del cuerpo amado la anatomía se transforma en un sistema de partes de mantequilla fácilmente desmontables o regiones hechas con masa de pastel en las que hundir el rostro hasta desaparecer. La representación erótica de nuestra personalidad se acercaría más a una película de dibujos animados que a todos los tratados médicos que se hayan escrito alguna vez.

No hay comentarios :