7/7/14

A veces, al recordar algunas de las cosas que me han pasado o he vivido, siento que le pertenecen a otro. Las miro con la indiferencia del que va en la parte central de un autobús, de pie, y mira sin esperar nada a alguien que está sentado al fondo. La distancia que construye el tiempo entre los acontecimientos y las épocas es la misma que separa a esos dos pasajeros. Quizá consista en que la memoria tiene sentimientos autónomos a los nuestros, una cierta capacidad para la misericordia que demuestra con su goma de borrar y sus disfraces. Sea así o no, se lo agradezco, porque me permite confundirme, negarme, separarme, olvidarme y estacionar a un lado de la carretera a esperar a que amanezca de nuevo. Su coartada no es siniestra, es tan humana como el vaho que se forma en el interior de ese coche parado en el que cierro los ojos y veo todas mis vidas pasar.

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