10/6/14

La Editorial Periférica edita buenos libros, diseño pulcro y páginas de generoso gramaje que no transparentan lo que hay detrás. Eso que le pedimos a las personas, virtud inusual donde las haya, supone un inconveniente a la hora de leer una historia. Bien pensado es normal: nadie quiere saber lo que viene después ni lo que hay más allá esperándonos, ya sea en una novela en la que no haya (por favor) asesinos camuflados, o en la propia vida. En estos casos pienso lo mismo que muchas abuelas de antes: Dios mío, no me mandes desgracias que sea capaz de soportar. Además me gusta su nombre. Periférica. Término por el que podríamos ser nombrados todos y que muestra esa rara voluntad de encontrar tesoros fuera del centro comercial. Estoy leyendo Los extraños, de Vicente Valero, a quien no conocía, pero cuya forma de contar hace buenas migas con mi forma de escuchar. Creo que los libros se escuchan, más que leerse. Nos enamoramos de voces. Hablo de mí pero podríamos caber casi todos los hooligans de este deporte en apariencia tan estático. Otro buen nombre para una editorial: Estática (siempre y cuando el dueño sea valiente y consiga pasar por encima de la primera acepción de la palabra.) Pues eso, que me gusta la editorial de esta novela que no consigo apartar de mis manos desde hace dos días. Y que aplaudo su valor para con los extraños.

No hay comentarios :