3/5/14

La amistad es una forma de energía que se transfiere entre dos cuerpos. El amigo con mayor temperatura realiza la transferencia al de menor hasta lograr un equilibrio energético que ayude a soportar la existencia. La física no engaña ni reproduce arbitrariamente estados de ánimo benevolentes. De eso se encarga cada uno, su corazón o las ganas de festejar el fuego que se tengan. La física deja el milagro a la puerta de tu casa, en una caja, desmontado, esperando. Ayer abrimos la puerta y cogimos nuestro paquete. Hacía buena tarde para experimentos. El cristal de las copas hizo lo que sabe hacer. La risa demostró ser esa mascota vieja que se columpia en las arterias principales y nos enseña a disfrutar de la fugacidad. Abrimos la caja y nos sorprendimos de su contenido: nuestros amigos, los de siempre, los nuevos, tan conocidos que podríamos ensamblar sus vidas en la oscuridad y no cometeríamos ningún fallo. La amistad y sus gráficos de termodinámica aplicada que dibuja en las paredes de tu salón mientras tú escuchas y dejas que la conversación ceda a sus propios impulsos, a sus engaños y a los tuyos, a sus trampas antiguas en las que deseas caer para que el otro sepa que el juego continúa y que nunca dejará de hacerlo mientras vivas. Antes de que el gallo cante la luz habrá cambiado diez veces y nadie negará a nadie, te dan ganas de decirles, mientras a tu espalda la pared se va llenando de teorías que sólo son aplicables a los cuerpos que se encuentran ahora mismo contigo en esa habitación.