19/5/14

Alba tiene hoy un examen de la mosca azul. Cabeza, tórax, abdomen. Resulta que las moscas azules tienen muslos. La supremacía de la especie dotada de lenguaje hace que las demás jueguen en desventaja. Si ellas se hubiesen impuesto dirían en sus libros que los humanos tenemos antenas a ambos lados de la cabeza para escuchar.
Se levantó temprano y repasó en la cama. La mosca azul. Memorizar información en pijama. El ritual de la vida es extraño. Más que por el conocimiento de los insectos me alegro por los hábitos que va dejando entrar en su vida.
La casa olía a café. Yo olía a sueño. Ella entornaba los ojos bajo el haz de luz de la lámpara blanca de su mesa de noche. Mi hija sabe más de moscas que yo. Un día sabrá más de todo que yo, que cada día olvido más cosas, las tiro con rabia, otras se caen solas, secas, inútiles como el poso que queda después de que el tiempo se lo lleve casi todo y deje los restos.
La mosca azul muere al llegar el invierno. En eso se parece a nosotros. Pero no era el momento de decírselo. Mucha suerte en el examen, Alba.