29/3/14

Por perseguir un trozo de pan me hice invisible.
No hablo de magia ni quiero resultar pedante.
Simplemente desaparecí. Mi lenguaje
se lo tragaron las máquinas, la luz fría del techo,
el destartalado coche del porvenir.

Y sólo era un trozo de pan con un hilo; fíjate
si hablara de más festín, de nutriciones estrambóticas,
nubes flambeadas por el hastío, cremas pesadas,
invertebrados en jugo de rosas
o el vino con miel que sostuvo Tiberio en aquella copa.

El tipo que copuló con su costilla
es el culpable. Todos a por él, a por el idiota
que prefirió cabalgar con el antílope de la culpa
en vez de manejar un cortacésped en el Edén.