16/9/13

Es bueno que la literatura se confunda con la vida. Ayer subía a mi página de facebook unas páginas de la novela que estoy (o estuve, ya no sé) escribiendo y algunas personas me mandaron ánimos porque pensaban que, lo que allí contaba, hablaba de mi vida en primera persona. Para ellos era mi madre la que había muerto y yo el que desesperadamente asistí al dramático proceso. La inmediatez de la tecnología ha roto, a su manera, las fronteras narrativas y ya todo es parte de un gran presente inmediato y una voz anónima que transmite su realidad. Quizá estas nuevas reglas nos sirvan para ser menos puristas y más abiertos con el sentido y la dimensión que tendrá el término novela en el futuro, si es que este perdura y no es ajusticiado por su propio porvenir. Si la literatura tiene algún valor es como arqueología de la vida privada de cada época y será juzgada en cada momento por la capacidad de realidad que consiga transmitir. Palabras necesarias que seguirán hablando de las personas, aunque lo hagan bajo un formato que hoy desconocemos.