18/9/13

Cuando me pregunto por todo este tiempo (cuando intento verme como el objeto de una mirada retrospectiva y no como lo que realmente fui: una mosca atrapada en un mundo de gelatina) no puedo dejar de pensar en mí como en ese cuerpo que recorría calles hipnotizado por el temblor de su propia tristeza: un monarca raro que únicamente exhibe su majestad para sí mismo y muestra un desprecio infantil por las pautas con las que los demás transeúntes ejecutan sus vidas. Pero saberlo no hace que todo ese tiempo pueda regresar para ser catalogado, enumerado o asimilado. Ni al volver la cabeza logro tener noticias de él. Para mi desconcierto, sólo se me representa en fugaces visiones asociadas, por ejemplo, a la luz temprana del sol bañando la fachada de un edificio que, durante un instante, parece querer decirme algo que aún no he logrado comprender.