2/7/13

Té y fruta, eso es lo que merendé el otro día, como una Jane Austen cansada de escribir y que de pronto levanta la vista y observa las colinas del edificio de enfrente buscándoos a vosotras, Alba y Mireia, y no a Emma, que en esos momentos no sé dónde andaría. La casa, por lo demás, está muy sola. Se queja como todos los años cuando os vais por esta época a la Costa Brava. Menos mal que el sábado estaréis otra vez aquí. Bajaré al puesto de las sandías a por una muy grande y la meteré en la nevera. No sé si Miss Austen lo aprobaría, pero ella vivía en Inglaterra y no tenía que soportar el calor africano de Madrid. La soledad es igual de victoriana en todas partes y te agarra fuerte para que después le des sentido a la presencia de los que quieres. La soledad y el amor trabajan juntos. Bonnie y Clyde. Te roban lo único de valor que tienes y luego desaparecen por una carretera polvorienta dejándote plantado y con una maravillosa cara de idiota.