14/6/13

Un día Mireia estaba haciendo pompas de jabón y le salió una grande que tenía otra más pequeña dentro. Duró poco. Lo justo para que nos mirásemos de forma automática y sonriésemos. Cuando explotó contra el suelo nos quedamos como dos clavicordios a los que acaban de tocarles el acorde de mi menor a la vez. Esta es la definición más exacta de complicidad y tristeza que soy capaz de ofrecer.