8/6/13

Cada año me interesan menos libros de la Feria. Paseo por las casetas como el que recorre el lineal de congelados de un supermercado. Leo los títulos y me parecen casi todos el mismo libro al que un robot voluntarioso le hubiese cambiado aleatoriamente la portada para que los clientes no se den cuenta del engaño. Solo hay dos o tres en las que me paro a curiosear. Suelen ser las que menos público tienen y en las que nunca caen en el mal gusto de exponer clonaciones. Cuando ya tengo lo que quiero procuro irme rápido. No me gusta escuchar por megafonía que el autor de no sé qué novela revelación, susceptible de convertirse en saga, está firmando en tal o cual caseta. Juraría que es la misma voz que en el supermercado te recuerda que solo hoy puedes llevarte un kilo de chuletas de cordero a mitad de precio.