15/5/13

Televisión española ha inventado un nuevo género de talent show en el que se conjugan por primera vez la pornografía y la cocina. Anoche lo veía y me quedaba atónito. Tres cocineros ejercen de amos en un extraño set rebosante de guiños comerciales a los patrocinadores (curiosa puerta abierta a los ingresos publicitarios de una cadena pública que renunció a ellos). Los aspirantes a cocineros obedecen las órdenes de sus jefes al pie de la letra. Cuando se dirigen a ellos lo hacen con las manos enlazadas a la espalda, la vista baja y diciendo “sí, chef” o “gracias, chef”, dependiendo de la situación. Me recordó a una memorable película de los años setenta, Historia de O, que durante muchos años fue considerada la piedra fundacional del bondage, la dominación, la sumisión y el masoquismo. Resulta penoso ver cómo los concursantes se prestan a la anulación voluntaria de su personalidad con tal de resultar ganadores, que les paguen un curso de cocina en no sé dónde y que publiquen un libro con sus recetas. El deseo sexual es desplazado por el deseo de ser famoso o la codicia de alcanzar el premio en metálico, pero los medios que se utilizan son los mismos que en muchas perversiones sexuales: uno manda y otro obedece. Imagino a más de un amante del bdsm en su casa, disfrutando en secreto del programa, vestido o vestida de cuero y agradeciendo al cielo, a golpe de látigo, que el ente público por fin haya pensado en ellos.