1/5/13

Sucede todo en el aire: las presencias intermitentes de los que nos rodean y de cuya realidad nos creemos propietarios cuando no somos más que espectadores ingenuos que la casualidad ha colocado delante como podía haberlo hecho en otro sitio, y aún así pensaríamos que estaba escrito, que tenía que ser de esa forma y no de otra, caprichosa y lacia, que nos desnudara y nos dejara expuestos a la crudeza. Sucede todo en el aire y no en el taller de relojería suiza que pensamos para consolarnos y por vanidad o para llenar con ciencia severa ese hueco oscuro e innombrable que no sale en los espejos. Y hasta sucediendo ahí, en ese ámbito aéreo al que nos obliga la vida, nos alegramos, porque es nuestro único sitio posible, el trono de papel desde el que admirar los trinos dulces, inconexos e inexplicables de la existencia.