29/3/10

La política del viento de marzo es muy clara: molestar. No le importa que necesites quietud o que en tus sueños todo parezca Agosto a las cuatro de la tarde. Marzo y su viento tocan el tambor y los envoltorios de los chicles comienzan su danza. Le siguen la tierra y su sombra de polvo. Le siguen los pliegues de las faldas y el vuelo de las gabardinas. Qué miseria moral debe encerrar un mes que tiene que hacer todo eso para divertirse.
Mi política para soportarle también es muy clara: esconderme. Otros años probé a disfrazarme de antigua cabina telefónica, de contenedor de escombros con un espejo de época roto en la cima, de dependiente que sonríe por todo. Al final sólo eran disfraces y Marzo acababa descubriéndome y entonces soplaba con más ira. Lo mejor es que no te vea. No salir. Ni respirar casi. Cavar un agujero en el suelo y esperar a que pase de largo como ese ejército omnipotente pero ingenuo que saldría en unos dibujos animados. ¿Qué música se podría escuchar ovillado en una agujero subterráneo? Dvorak. Tal vez Sibelius. Tal vez alguna de sus sinfonías cristalinas que ayudan a combatir la claustrofobia. Funciona cuando por otros motivos me escondo del mundo en una cavidad imaginaria. Cuando escucho sus andantes las paredes del mundo se ensanchan o estallan con la sencillez que lo hace una galleta en las manos de un niño.
Pero este año no me quiero esconder. Hice lo mismo cuando pasó Enero (y eso que lo hizo sin darme cuenta). Esconderse implica una actitud moral, una vuelta de tuerca a tu orgullo que después pasa factura. Ya sé: jugaré a ser igual de humilde que el envoltorio de ese chicle. Dejaré que mi cuerpo rebote en las paredes. Dejaré que mi carne se estrelle contra las papeleras, contra las señales azules de tráfico, contra el reflejo de la luna en un charco. ¿Es eso lo que quieres, Marzo? No hace falta que digas nada, te conozco; esa forma de arrgugar la nariz te delata. Bien. Juguemos. Tu política es molestarme. La mía, aceptarlo. ¿Por qué hablo solo? ¿Por qué le dirijo la palabra a un mes del año? Si no eres nada, sólo una convención, una partición de la tarta del tiempo que se inventaron unos romanos. Marzo, Marte, Guerra. Ahí estás. Eres un asunto bélico al que le han quitado las armas. Puede que seas la venganza de una rendición incondicional. Tu espada es el viento; y tus cañones y tus trompetas de la muerte. Yo soy tu muerto, el príncipe escandinavo que se equivocó de batalla y luchó contra el aire. ¿Por eso mi alma está llena de espíritus invisibles? ¿Por eso a medianoche me despierto gritándole a la nada?
Déjame tranquilo. No toques mis cosas ni manosees mis libros. Vete a rozar la piel de otros. Busca alguien que te celebre con bailes nupciales. Convence a los selenitas para que representen una obra en tu honor. Pero yo no. Yo más no.

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