13/2/09

Cerca de mi casa, donde se desvanece el brillo de los cristales de la clínica de reproducción asistida, hay un descampado que ocupa un gitano viejo que vive solo. Creo que se dedica a la chatarra, por los restos de coches oxidados que veo de vez en cuando al pasar; también hay alguna que otra bañera y otros objetos que no sabría describir. Estos días que ha nevado su parcela parecía un campo de entrenamiento de ángeles, un espacio celestial que la nieve cubría impidiendo que el óxido se manifestara en su absoluta vulgaridad. Me gustaría abrir un día su puerta de alambre y hacerle una visita, ¿vivirá realmente solo? ¿tendrá un perro tan viejo como él que se pase las horas tumbado a sus pies? En la alambrada frontal que da a la rotonda de la carretera ha colocado una especie de escultura pop hecha con vasos de colores, como si hubiese recortado los vasos para sólo utilizar la parte que hace de base. Los ha dispuesto todos creando la palabra SONRÍE. Cada mañana paso por delante de la palabra de los vasos de colores y sonrío. El gitano pop del supuesto perro durmiente me ha esclavizado a sus requerimientos; su dulce imperativo me ha llegado dentro y no puedo hacer otra cosa que sonreír. ¿Arte o altruismo? Nunca lo sabré. Nadie lo sabrá. Da igual. Lo cierto es que los días de nieve, cuando el cielo parecía una sábana sucia, mi boca se arqueaba al pasar por la alambrada y, últimamente, ya no puede dejar de sonreír.

No hay comentarios :