14/9/08

Supongo que los acontecimientos empujan. La vida tiene unos brazos especiales para determinadas ocasiones, unos brazos que, en otras circunstancias, esconde debajo del abrigo como hacen los niños cuando juegan a "papá, mira lo que me ha pasado". El hecho de sentir ese empujón, ese golpe seco en la espalda mientras estamos en la cola de las cosas que nos van a pasar significa la llegada inminente de algo. Los capítulos clave de cualquier biografía no cambian mientras caminamos sin zapatos por la hierba y nuestra mirada rebota dulcemente sobre manojos de margaritas; ocasiones así sólo sirven de entreactos programados por la junta de conciliación emocional que gobierna esporádicamente nuestra vida. Lo de verdad, lo que tiene el peso exacto de todas las sombras que luego se añadirán a nuestra piel hasta convertirla en región baldía, llega con el absoluto desprecio por las ceremonias, en un coche robado y con un spray de pintura negra que ciega las esferas de todos los relojes de casa. Estoy aquí, dice, ya no puedes hacer nada.

No hay comentarios :