2/9/08

Septiembre intimida. Se baja de su coche reluciente y sin mirarte a la cara te entrega un taco de hojas en blanco; cuando lo tienes en tus manos crees que no vas a parar de tartamudear y sientes que la sangre se te llena de piedras, cada una por cada segundo de vergüenza que pasas ante él. ¿Qué se puede escribir en los papeles que nos entrega? Septiembre se ríe de nosotros, de nuestra limitada musculatura para soportar el peso de los días, de nuestra perplejidad enfermiza que lo eleva todo por encima del alcance de la culpa. Corremos al gimnasio. Compramos barcos a escala que nunca acabaremos. Coleccionamos piedras. Miramos al cielo y respiramos deprisa atrayendo el ansia como las bombillas a los mosquitos. Después, septiembre apaga muy despacio el cigarro con la puntera del zapato y nos muestra, en su corta sonrisa, el desprecio que se va a llevar esta temporada.

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